Walden o la sencillez de lo natural.

“Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentándome solo a los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que la vida tenía que enseñar, no fuera que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido.”
Abro mi sección de libros de naturaleza con Walden, como no podía ser de otra manera. La obra maestra de Henry D. Thoreau. Lo tienes que leer. Es un clásico, y los clásicos no pasan de moda. No voy a reseñar las características de la obra ni cómo llegó a ser uno de los libros emblemáticos del movimiento de “vuelta a la tierra”, pues son cosas que podéis encontrar en cualquier otro sitio. Prefiero hablaros de mis impresiones.
El ensayo va de las experiencias personales que el autor vivió durante un experimento que llevó a cabo durante dos años de su vida al aislarse (más o menos) de la sociedad y tratar de vivir con lo mínimo, eliminando todo lo superfluo, re-conectando con la naturaleza salvaje y con los valores primarios del ser humano despojado de distracciones. Así que un buen día se plantó con poco más que unas tablas de madera y tres herramientas (lo detalla todo en la primera parte del libro, la menos atractiva) y, puestos a empezar de cero, se monta hasta la cabaña. Entonces pilla dos puñados de judías y los planta… y a esperar. A partir de aquí comienza a experimentar lo que hoy llamaríamos experiencias zen. Si amigos, Thoreau fue el primer monje zen americano. A base de contemplación levantó la primera capa de realidad, esa pátina que todo lo cubre y que no nos permite pasar de lo que los sentidos informan, para saborear con los sentidos sutiles el lado más poético de la naturaleza. Sus descripciones del lago que da nombre a la obra ocupan varias páginas sin hacerse denso pues consigue que participes del misterio y profundidad de sus apreciaciones. A base de echarle horas a observar, se convierte en una mezcla de naturalista y poeta, una mezcla entre Félix Rodriguez de la Fuente y Lord Byron.
Henry Thoreau nos invita con su ejemplo a simplificar nuestras vidas a la vez que acercarlas a la naturaleza, para descubrir en esencia quiénes somos. Eliminar distracciones y contemplar lo salvaje en toda su crudeza y simplicidad. Observar los cambios de estación y como los animales y el bosque se adaptan plenamente a ellos en vez de resistirse a condiciones, en ocasiones, extremas.
A mi modo de ver, el ser humano ha violentado las leyes de la naturaleza y, con la excusa del conocimiento, se ha alejado de cumplir los principios básicos que rigen a todo los seres vivos sobre la tierra y que se podrían resumir en uno: respeto.
¿O acaso no somos los únicos que vivimos al margen de los ciclos lunares, que consumimos recursos como si fueran infinitos, que miramos hacia otro lado ante la pérdida de abundancia en la tierra o que estamos concienciados con el cambio climático, pero tampoco es que nos esforcemos demasiado en el día a día para reducir nuestra huella?.
Si Familia, Walden es una llamada de atención, un referente al que recurrir una y otra vez, un libro de cabecera que podemos releer y siempre nos descubrirá algo nuevo. Es un libro que clama página a página el amor por la Tierra.
Gracias por comentar y compartir.
Un abrazo de colores.
Oscar.